Una pamplonesa de 27 años, tercera oficial de puente de un buque tanque petrolero en Algeciras
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- Category: Marina Mercante
- Published on Monday, 27 January 2025 07:30
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Ada García, con buzo y EPIS, entre las líneas de carga del buque Montesperanza, un tanque petrolero en el que trabaja ahora /DN
Una de las pocas mujeres en un mundo de hombres, sueña con ascender a capitana y comprar un piso
DIARIO DE NAVARRA
La pamplonesa Ada García, de alumna, en la proa del buque Green Cádiz, de la flota Mureloil. Gibraltar, de fondo y a la derecha, la terminal de contenedores de Algeciras.DN
- Sonsoles Echavarren
Actualizado el 26/01/2025 a las 22:22
Ada García Rodríguez era una adolescente que sacaba muy buenas notas y soñaba con viajar a países exóticos. Hoy, una década después, esta pamplonesa de 27 años trabaja como tercera oficial de puente en un buque tanque petrolero, un puesto solo por detrás del capitán y los dos primeros oficiales. Entre estas dos casillas han transcurrido diez años clave en el tablero de su vida, durante los que tuvo que decidir “qué quería ser de mayor” y poner todos los medios para lograrlo. Y vaya si lo ha conseguido. Aunque ella bromea sobre su elección de estudios. “Me engañaron -se ríe-. Me encantaba viajar y me aseguraron que iba a conocer destinos lejanos. Pero luego no resulta exactamente así. Cuando llegas a puerto, no tienes ni tiempo de bajar del barco”. Titulada en el grado de Náutica y Transporte Marítimo por la Escuela Técnica Superior de Náutica y Máquinas Navales de la Universidad del País Vasco (UPV) en Portugalete (Vizcaya), reparte ahora su tiempo entre su estancia a bordo (mes y medio) y la vida con su familia en Pamplona (otro mes y medio). Entre repostajes y cálculos astronómicos, esta joven menuda y vitalista alimenta sus propios sueños. “Me gustaría ascender a capitana y comprarme mi propio piso”, explica convencida mientras apura un café con leche, una gélida mañana de enero en una cafetería del centro de Pamplona.
Ada García Rodríguez, de 27 años, a mediados de enero en el Segundo Ensanche de Pamplona. La joven reparte su tiempo entre el buque tanque petrolero en el que trabaja (durante un mes y medio) y su descanso en Sarriguren (otro mes y medio) /JESÚS GARZARON
Esta oficial vive ahora en el buque tanque petrolero Montesperanza, amarrado en el puerto de Algeciras (Cádiz). “Suministramos combustibles a otros barcos que vienen a repostar. Somos como una gasolinera”, ejemplifica. Y recalca que las funciones a bordo se reparten entre las de puente y cubierta (donde trabajan el capitán y tres oficiales) y máquinas (en las que se emplean el jefe de máquinas y oficiales). Además, añade, se embarcan un contramaestre, dos marineros y un cocinero. “El trabajo de los oficiales consiste en hacer guardias en los puentes” (puente). Un mundo laboral, subraya, muy masculinizado. “En puente hay más mujeres que en máquinas, pero en ocasiones he estado yo sola”, cuenta. “Nunca he tenido problemas en lidiar con los hombres. Ni en el instituto, ni en la carrera, ni tampoco ahora”.
En la universidad, recuerda, comenzaron sus estudios cien alumnos, de los que solo diez eran mujeres. Y entre los veinte que se graduaron finalmente, figuraban cuatro nombres femeninos. “Algunos compañeros se dirigen a ti de igual a igual. Pero otros siguen teniendo una mentalidad machista, te tratan como a una princesa y te preguntan: ‘¿Puedes tú sola?” Aunque ella, insiste, ejecuta los mismos trabajos físicos que el resto (acarrea garrafas de 25 kilos y otras tareas de peso).
En esta última década, han sido varios los barcos con los que ha recorrido los mares. Siendo todavía alumna de la UPV, se embarcó doce meses en el buque escuela Saltillo para hacer prácticas a bordo. Con ese velero de la familia real y que data de 1932, alumnos y profesores recorrieron la costa vasca y la francesa hasta el puerto de La Rochelle. “Te enseñan maniobras, a hacer la guardia, la convivencia a bordo... Fue una experiencia muy interesante”.
FRENTE A LA COSTA DE RUSIA
En los últimos años, ha compaginado su trabajo como instructora de cursos en escuelas privadas (rescate, lucha contra incendios...) y seis meses a bordo de otro buque tanque petrolero del grupo vasco Ibaizabal (diciembre de 2022 a julio de 2023), con el que recorrió Rusia, el Mediterráneo, la India... “Estábamos en plena guerra de Ucrania y en los petroleros te pagan un ‘plus’ por entrar en esas zonas”. En una ocasión, recuerda, subieron a bordo militares rusos y avistaron minas flotantes.
¿Y ha tenido miedo alguna vez? “No porque soy optimista pero sí que hemos tenido algunos sustos”, confiesa. Y rememora una ocasión en la que, saliendo del Mar Rojo y ya cerca de la India, fueron atacados por piratas. “Yo estaba durmiendo y no me enteré, pero después nos contaron que casi morimos porque un barco se nos acercó mucho y casi nos embiste”.
Pero la peor de las experiencias que recuerda hasta el momento tuvo lugar al llegar a Irak. “Un práctico del puerto (quienes ayudan a hacer las maniobras) me intentó besar y, claro, le hice la cobra”, explica. “En esos países, suele subir mucha gente al barco para vender cualquier cosa: tabaco, miel, altavoces... Y te suelen pedir que te saques fotos con ellos. Pero, con lo que había pasado, yo puse muy seria y se lo conté a mis superiores. El otro práctico que estaba con él le empezó a echar la bronca en árabe. No pasó a mayores pero resultó muy desagradable”.
UNA FORMA DE VIDA
Ada insiste en que la suya no es solo una profesión sino una forma de vida. “Mucha gente tiene su familia en tierra pero a mí no me gustaría ser madre. Mi objetivo ahora es ahorrar para comprarme un piso”. Su trabajo actual, sigue contando, le permite ahorrar casi todo su sueldo. “Porque el mes y medio que estoy en el barco, no gasto y el resto del tiempo, vivo con mi padre”. Lo que más le gusta de su formación, subraya, es que no tuvo que especializarse. “Durante la carrera, estudiábamos medicina, derecho, idiomas... Son unos estudios muy amplios”. Actualmente, habla perfectamente inglés, el idioma internacional en el mar, y ha obtenido un B2 de francés. “Además de hablar muy bien inglés, hay que sacar un título específico, el de inglés marítimo, con todo el vocabulario concreto del mundo marítimo y de los barcos”.
Con los ojos del país todavía puestos en el buque escuela Juan Sebastián Elcano, que el pasado 11 de enero zarpó del puerto de Cádiz con la infanta Leonor a bordo, Ada García explica la diferencia entre los barcos en los que ella ha trabajado y este. “Son muy diferentes. Los nuestros son mercantes y los otros, de marina militar, en la que los oficiales solo mandan”. Dos formas de navegar, insiste, que no tienen nada que ver. “Los militares se piensan que están por encima de los barcos de guerra. Es diferente hasta su forma de vestir”. Ada, mientras, sigue surcando los mares embarcada en su propia vida.
DNI
Viajes exóticos Ada García Rodríguez (Pamplona, 1997) estudió en el CP José María Huarte y en el IES Navarro Villoslada de San Juan. Se graduó en Náutica y Transporte Marítimo en la Escuela Técnica Superior de Náutica y Máquinas Navales de la Universidad del País Vasco (UPV) en Portugalete (Vizcaya). “Me engañaron. Como me gusta viajar, pensé que iba a conocer países exóticos. Pero llegas a puerto y no tienes tiempo de salir”, bromea. Actualmente, es tercera oficial de puente de cubierta (un cargo tras el capitán y los dos primeros oficiales) en un buque tanque petrolero en Algeciras (Cádiz). Se embarca mes y medio y otro mes y medio lo pasa en Pamplona.