EL MUSEL: 100 KILOS (DE EUROS) BAJO SOSPECHA

La noticia, adelantada el pasado jueves por

LA NUEVA ESPAÑA, sobre la modificación del proyecto de ampliación que se está realizando en el puerto de Gijón-El Musel supone la evidencia de cómo se las gastan quienes ocupan responsabilidades en nuestro primer puerto. En la práctica, la pretensión de modificar la obra equivale a incrementar su coste en más de 100 millones de euros. Es decir, más de 16.600 millones de los de antes. Sí, sí.... ¡16.600 millones de pesetas de sobrecoste!

  Todo, ante el pasmo general y con la peregrina e insólita justificación de que el Cantábrico ha alterado sus condiciones. ¡Y los gijoneses sin enterarnos! Aquí nos cambian la mismísima tabla de mareas por arte de un birlibirloque, patrocinado al alimón por el Ministerio de Fomento y el Gobierno de Álvarez Areces, y pretenden colarnos que el mar que baña ancestralmente nuestras costas ha experimentado no se qué profundos cambios que van a obligar a modificar un proyecto de obras puesto en marcha hace menos de un año. El «descubrimiento» de este nuevo Cantábrico va a costar, conviene repetirlo, 100 millones de euros.   Si por volumen de inversión, la obra de El Musel se consideró la mayor en la historia de Asturias (ya hablaremos otro día de la variante ferroviaria de Pajares y de otras grandes apuestas en infraestructuras de transporte que, como la del principal puerto asturiano, llegaron a nuestra región de la mano del Gobierno Aznar), la modificación que el «zapaterismo» pretende perpetrar en El Musel debería ser considerada la mayor burla a los asturianos.   No olvidemos que el presupuesto de la ampliación es de 580 millones de euros por lo que, con cien millones de aportación «extra», se estaría barajando un sobrecoste cercano a la quinta parte de las cifras aprobadas inicialmente. Llegados a este punto, ¿nadie piensa exigir responsabilidades? ¿Qué técnicos son los firmantes de un proyecto que, apenas desarrollado, necesita de semejantes cambios? ¿En que se escudará el director del puerto, José Luis Díaz Rato, para justificar este engaño al sentido común y al erario público? ¿Otra maqueta trucada en la Feria de Muestras para camelar incautos? ¿Otro panfleto divulgado por Menéndez Rexach desde la antigua Rula a mejor gloria de Álvarez Areces y peor befa hacia la historia portuaria local?   Para que nada falte en este remolino de intereses políticos, económicos y particulares, la modificación de los 100 kilos (de euros) beneficiará al conglomerado de empresas que participan en una obra donde Florentino Pérez, ex presidente del Real Madrid, tiene una participación sustancial en el reparto de la UTE. Con 580 millones de presupuesto de ejecución y otros 100 colocados merced al «nuevo» mar Cantábrico, ya se explica, ya, la movilización empresarial de alto standing que, a golpe de cornetín de órdenes, arropó a Zapatero en el acto celebrado en El Musel hace un año. Un acto en el que, inútilmente, se trató de hacer olvidar que la ampliación portuaria se pudo afrontar sólo gracias a que hubo un Gobierno, el de Aznar, y un Ministerio de Fomento, el de Francisco Álvarez-Cascos, que rescataron El Musel del olvido gracias al Plan de Infraestructuras 2000-2007.   Hoy, a diferencia del período de Gobierno del Partido Popular, las modificaciones presupuestarias de las obras ejecutadas con cargo a los contribuyentes, se han convertido en una auténtica y costosísima epidemia para mayor superávit en la cuenta de resultados de las constructoras y más rápido enriquecimiento de los «florentinospérez» de turno, actuando al alimón con los poderes socialistas. El trueque tiene, además del económico, un objetivo político: eliminar todo vestigio de la inmensa labor realizada en las infraestructuras de toda España, gracias al impulso del Partido Popular en su fructífero mandato.   Frente a los criterios estrictos del ministro Álvarez-Cascos, cuyas únicas modificaciones toleradas en las obras bajo su control eran las de «acortar el tiempo de ejecución», la actual ministra de Fomento es una consumada especialista en la elaboración de excusas para autorizar modificados multimillonarios en obras que se ejecutan por todo el territorio nacional. Aún así, el pretexto de los cambios en el mar Cantábrico es, con mucho, una descomunal tomadura de pelo y un fraude inaceptable.   Lo que se está haciendo en El Musel con las obras de ampliación y con las exigencias económicas para afrontarlas, cien millones de euros «extra», pone bajo sospecha a cuantos participan de este nuevo y gran atropello a los asturianos. Y es que los «enemigos del Norte» siguen campando a sus anchas: cambiada la tabla de mareas o la tabla que se tercie, alterado a conveniencia el coste de las obras del superdique, se habrá consumado un disparate contra el futuro de Asturias. Otro.   Isidro Martínez Oblanca, ex senador del Partido Popular por Asturias.