CASON.- «El tiempo vino a darme la razón»
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- Published on Sunday, 02 June 2013 12:31
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José Antonio Madiedo fue el responsable del operativo posterior al embarrancamiento del «Cason», en 1987
Escrito por: LA VOZ DE GALICIA
S. G. RIAL
CARBALLO / la voz 02 de junio de 2013 05:00 GMT
Hace 25 años y casi seis meses, en diciembre de 1987, el asturiano José Antonio Madiedo Acosta (68 años) estaba en el centro de la polémica nacional a consecuencia de la gestión que, como director general de la Marina Mercante, realizó con el Cason, el barco hundido en Rostro-Fisterra. Fue mucho lo que se contó, pero aún quedan aspectos menos conocidos. Para analizarlos, Madiedo viajará a Fisterra el próximo día 14, invitado por el Centro Cultural Recreativo Finisterre, para impartir la conferencia El Cason y sus «misterios». Las comillas no son casuales, tienen algo de ironía.
-¿De verdad que hay misterios sobre el Cason?
-Siguen ahí algunas cosas. Versiones absolutamente pintorescas sobre qué y cómo ocurrió, que si mercancías extrañas, que si radiactivas... Hay una especie de nebulosa, aunque para mí está claro.
-¿Y había mercancías radiactivas?
-Ni mercancías radiactivas, ni nucleares, ni nada parecido. Se dijeron e inventaron muchas cosas, sobre cargas en varios lugares. El Cason era una especie de barco supersónico, que podía ir de un puerto a otro a 40 nudos a cargar de todo, lo envolvieron todo en misterio y hechos extraños. Hablaban de trasvases durante la noche, como abrir la bodega, quitar contenedores de 20 y 22 toneladas, abrir la tapa de la escotilla, vaciar el entrepuente, vaciar media bodega, volver a colocar todo en su sitio... ¡Era imposible! Aún quedan personajes que cuentan que, en las famosas explosiones del sodio, la tierra temblaba en Corcubión y que en algunas casas cercanas se rompieron los cristales. Y resulta que los del Cason, a pesar de las deflagraciones, estaban intactos. Y tantas cosas.
-¿De qué aspectos hablará?
-Como el tiempo ha pasado, desde la serenidad, de todo aquello, de cómo se produjo el accidente, de temas que nunca salieron a la luz o se han desfigurado. Estoy realizando una investigación a fondo, documentando todo. Y creo que lo mejor que podía hacer era ofrecerlo a la gente de Fisterra, además de abrir un diálogo.
-Seguro que lo habrá, porque las imágenes del Cason siguen en la memoria colectiva. Aquellas evacuaciones, por ejemplo.
-El tiempo vino a darme la razón. No pasaba nada, no había razón para evacuar, ni para tanto alarmismo. Y la gente sí sufrió aquellos días de zozobra. Ahora, pasados los años, vemos que no hubo ningún misterio. Ahora, con serenidad, hay que conocer la verdad, tener un diálogo enriquecedor. Valorar los muchos escenarios del caso: el de la carga, el marítimo (explosiones, abandono del barco), la búsqueda y rescate; la embarrancada, muy rocambolesca, la actuación de los holandeses, la falta de colaboración. Con los bidones no nos dejaban descargar ni operar. Alguien decide mandarlos a Guitiriz. En la carretera pusieron troncos y aceite. De allí, a Alúmina. Es curioso que durante el Cason hubo otro Cason, pero nadie organizó ni la milésima parte de lo organizado. Fue el Brea, que entró en Vigo con un problema de corrimiento de carga, una carga igual. Recargaron, reestibaron y volvió a salir. Y no pasó nada.
-De los bidones también se dijo de todo.
-No eran tóxicos. Lo que pasa es que había un clima muy cargado por lo de Chernóbil, la gente estaba obsesionada, que si cáncer, que si todo. Y luego, todos opinaban, todos eran expertos en la materia. Algunas opiniones eran increíbles. Lo de los bidones es como la lejía, que la tenemos en casa, es un producto peligroso, pero no tóxico y convivimos con ella y con otros productos.
-¿Y los 23 muertos chinos?
-La mayoría murieron de frío, estuvieron en el agua mucho tiempo. Y se silenció o se dijo de pasada.
-¿Cómo se produjo aquel incendio tan espectacular?
-Cuando uno en su casa abre el gas y enciende una cerilla, se produce un fogonazo. Si se agota el gas, se acabó. En este caso, el sodio reacciona con el agua, y se eleva la temperatura de manera espectacular. Por una parte, sosa cáustica; por otra, hidrógeno, que tiene un punto de inflamación muy bajo, y cuando se agota ese hidrógeno, se acaba la historia. Cuando caía un bidón, se generaba una reacción en el agua, y se producía un fogonazo. Y con 30 o 60 bidones, fue mucho tiempo. No hubo explosiones, sí deflagraciones, que no es lo mismo.
-¿Se sintió atacado por su gestión? Le llovieron muchas críticas aquellos días.
-Hubo una campaña política en mi contra y en contra de la Dirección General de la Marina Mercante. Pero algo que no se ha dicho es que cuando se produjo el accidente se excluyó a la Dirección General. No nos llamaron a nosotros, sino a Capitanía de Ferrol, A Coruña, Vigo y Remolcanosa. Se puso en marcha una operación de rescate con helicópteros, SAR, Armada, lancha de la Cruz Roja... Fue un fracaso estrepitoso. Y luego, la embarrancada. La Dirección General, ni informada. De los 23 muertos, la operación de rescate y la embarrancada no sé nada. Recibí el barco embarrancado, humeando, y luego se intentó que apareciese como responsable, pero ni estuve informado ni nada. Y estoy orgullos de mi trabajo. ¡Sacamos los bidones con nuestras manos!