Profesionales ante la ciclogénesis
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- Category: General
- Published on Saturday, 26 January 2013 10:07
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Profesionales frente a la ciclogénesis
R. Montes algeciras | Actualizado 26.01.2013 - 01:00
La comarca se vio azotada el pasado fin de semana por una ciclogénesis explosiva. El puerto de Algeciras fue uno de los puntos calientes del temporal de viento y lluvia, que obligó a las dos terminales de contenedores a parar su actividad. En APM Terminals se vivieron situaciones de alto riesgo que, gracias a la profesionalidad de los trabajadores, se solventaron sin que se registraran accidentes.
El jefe de turno, Javier Madiedo, y el coordinador de mantenimiento, José María Hernández, estuvieron al frente del operativo en la terminal de APM el pasado sábado día 19 cuando la ciclogénesis explosiva llevó a activar el nivel 3 de seguridad -el máximo es el 4-. Madiedo explicó a Europa Sur que a las seis de la mañana estibadores avisaron de que algunas grúas de muelle se habían parado al saltar los sistemas automáticos de seguridad por las rachas de viento. Asimismo, las cuatro estaciones medidoras desplegadas por la terminal indicaban que el temporal iba en aumento, por lo que se activó el protocolo de seguridad en nivel 2 y se ordenó paralizar la actividad en el muelle.
El siguiente paso, una vez puesto a salvo el personal, era asegurar las grúas de muelle por lo que se mandó a todos los camiones de la terminal que despejaran los raíles. Cuando el viento amainó se procedió con celeridad a posicionar las grúas en las zonas de estacionamiento para fijarlas al suelo. Especialmente delicada fue la operación de las cuatro grúas -dos en cada extremo- de los laterales de la terminal dado que eran las que estaban más expuestas al viento de poniente, según explicó Hernández. No pasó mucho tiempo para que se pasara al nivel 3 de seguridad al registrarse rachas de hasta 105 kilómetros/hora. Pasaban las ocho de la mañana y algunos contenedores vacíos en altura del patio de la terminal se habían caído a las calles. En ese momento se había procedido a parar la actividad también en el patio de la terminal, prohibiendo la circulación de vehículos.
Superado este momento crítico, y pasadas algunas horas, el temporal pareció alejarse. Aclaró un poco el cielo y llegaba la hora del turno de las dos de la tarde. Madiedo destacó la "acertada decisión" de no retomar la actividad. Nubes negras se aproximaban rápido y las previsiones no aconsejaban que las alrededor de 500 personas que forman un turno se desplegaran por la terminal.
Y es que una nueva situación de máximo riesgo se iba a vivir pasadas las dos de la tarde en la zona 11 del muelle este. En ese momento había cinco buques atracados en la terminal y el Butterfly estaba siendo embestido por el viento. Las rachas alejaban al portacontenedores del muelle creando una tensión que rompió seis cabos de popa y cuatro de proa. Los responsables de APM destacaron la rápida actuación de la tripulación, que avisó de inmediato a los prácticos y no se fueron de la maniobra. Tres remolcadores asistieron al Butterfly, bajo la coordinación del práctico Amador Gutiérrez que, según los trabajadores de la terminal, realizó una maniobra "excelente".
Los jefes de turno y mantenimiento estuvieron en todo momento en contacto con el buque para coordinar los protocolos. Así, destacaron que el buque había puesto en marcha la maquinaria -que tarda una hora- desde hacía tiempo. Lo primero que ordenó el práctico al barco es que apeara el ancla ante el riesgo de que se soltara del muelle y pudiera impactar con ferrys cercanos. Asimismo, se desplazaron las grúas de muelle para evitar una colisión dado que el buque tenía más de 300 metros de eslora y al virar la popa podía invadir el muelle.
La maniobra de los remolcadores duró nueve minutos y el Butterfly -que estuvo a escasos 4 metros de otro buque atracado al lado- volvió a posicionarse paralelo al muelle y sujetado a los noray realizándose nudos de emergencia en los cabos que se habían roto.
Madiedo y Hernández destacaron que sólo son la punta del iceberg de un conjunto de trabajadores que demostraron una vez más su profesionalidad. A las dos de la madrugada del domingo se decidió retomar la actividad. Hacía más de un año que no se paraba por el viento. Atrás quedaba la ciclogénesis explosiva y los nervios de acero para hacerle frente.
Profesionales frente a la ciclogénesis
La terminal de APM activó el pasado sábado el nivel 3 de seguridad por el temporal de viento que obligó a parar la actividad La correcta aplicación del protocolo evitó accidentes
R. Montes algeciras | Actualizado 26.01.2013 - 01:00
La comarca se vio azotada el pasado fin de semana por una ciclogénesis explosiva. El puerto de Algeciras fue uno de los puntos calientes del temporal de viento y lluvia, que obligó a las dos terminales de contenedores a parar su actividad. En APM Terminals se vivieron situaciones de alto riesgo que, gracias a la profesionalidad de los trabajadores, se solventaron sin que se registraran accidentes.
El jefe de turno, Javier Madiedo, y el coordinador de mantenimiento, José María Hernández, estuvieron al frente del operativo en la terminal de APM el pasado sábado día 19 cuando la ciclogénesis explosiva llevó a activar el nivel 3 de seguridad -el máximo es el 4-. Madiedo explicó a Europa Sur que a las seis de la mañana estibadores avisaron de que algunas grúas de muelle se habían parado al saltar los sistemas automáticos de seguridad por las rachas de viento. Asimismo, las cuatro estaciones medidoras desplegadas por la terminal indicaban que el temporal iba en aumento, por lo que se activó el protocolo de seguridad en nivel 2 y se ordenó paralizar la actividad en el muelle.
El siguiente paso, una vez puesto a salvo el personal, era asegurar las grúas de muelle por lo que se mandó a todos los camiones de la terminal que despejaran los raíles. Cuando el viento amainó se procedió con celeridad a posicionar las grúas en las zonas de estacionamiento para fijarlas al suelo. Especialmente delicada fue la operación de las cuatro grúas -dos en cada extremo- de los laterales de la terminal dado que eran las que estaban más expuestas al viento de poniente, según explicó Hernández. No pasó mucho tiempo para que se pasara al nivel 3 de seguridad al registrarse rachas de hasta 105 kilómetros/hora. Pasaban las ocho de la mañana y algunos contenedores vacíos en altura del patio de la terminal se habían caído a las calles. En ese momento se había procedido a parar la actividad también en el patio de la terminal, prohibiendo la circulación de vehículos.
Superado este momento crítico, y pasadas algunas horas, el temporal pareció alejarse. Aclaró un poco el cielo y llegaba la hora del turno de las dos de la tarde. Madiedo destacó la "acertada decisión" de no retomar la actividad. Nubes negras se aproximaban rápido y las previsiones no aconsejaban que las alrededor de 500 personas que forman un turno se desplegaran por la terminal.
Y es que una nueva situación de máximo riesgo se iba a vivir pasadas las dos de la tarde en la zona 11 del muelle este. En ese momento había cinco buques atracados en la terminal y el Butterfly estaba siendo embestido por el viento. Las rachas alejaban al portacontenedores del muelle creando una tensión que rompió seis cabos de popa y cuatro de proa. Los responsables de APM destacaron la rápida actuación de la tripulación, que avisó de inmediato a los prácticos y no se fueron de la maniobra. Tres remolcadores asistieron al Butterfly, bajo la coordinación del práctico Amador Gutiérrez que, según los trabajadores de la terminal, realizó una maniobra "excelente".
Los jefes de turno y mantenimiento estuvieron en todo momento en contacto con el buque para coordinar los protocolos. Así, destacaron que el buque había puesto en marcha la maquinaria -que tarda una hora- desde hacía tiempo. Lo primero que ordenó el práctico al barco es que apeara el ancla ante el riesgo de que se soltara del muelle y pudiera impactar con ferrys cercanos. Asimismo, se desplazaron las grúas de muelle para evitar una colisión dado que el buque tenía más de 300 metros de eslora y al virar la popa podía invadir el muelle.
La maniobra de los remolcadores duró nueve minutos y el Butterfly -que estuvo a escasos 4 metros de otro buque atracado al lado- volvió a posicionarse paralelo al muelle y sujetado a los noray realizándose nudos de emergencia en los cabos que se habían roto.
Madiedo y Hernández destacaron que sólo son la punta del iceberg de un conjunto de trabajadores que demostraron una vez más su profesionalidad. A las dos de la madrugada del domingo se decidió retomar la actividad. Hacía más de un año que no se paraba por el viento. Atrás quedaba la ciclogénesis explosiva y los nervios de acero para hacerle frente.