No le quitemos hierro a la tragedia de El Hierro
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- Published on Monday, 30 September 2024 17:27
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AEMC
30 de septiembre de 2024
Río Guadiato
El pasado sábado 28 de setiembre de 2024, un cayuco procedente de las costas de Mauritania, con unas noventa personas a bordo, sufrió un trágico vuelco cuando se encontraba a unas 3,4 millas náuticas la costa meridional de la isla canaria del Hierro. En el accidente perdieron la vida más de 50 personas.
Dos días antes de registrarse el fatídico vuelco, el cayuco ya se había quedado sin propulsión - quizás por avería o por falta de combustible- es decir, lo que significa que navegaba a la deriva, merced del viento y de la corriente. A bordo, la situación tenía que ser angustiosa, después de dos días sin agua y sin ingerir alimentos. Se trataba en realidad de un cargamento de “neoesclavos”, que habían pagado por arriesgar sus vidas con la esperanza de llegar Europa; a una Europa decadente, pero orgullosa defender la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue suscrita en 1948. En el articulado de esa famosa Declaración se establecen principios y valores tan elementales como:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.(artículo 1)
“Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (artículo 2),
“Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. (artículo 3)
Pero, una cosa es firmar un documento de tal virtud y alcance , y otra, ser consecuentes con lo que se ha firmado. Quizás por eso, porque la Europa del siglo XXI es más cínica que humanitaria, se prefiere llamarlos inmigrantes, y no personas. Es una forma de sacudirse de encima las responsabilidades de las políticas que la embargan actualmente.
¿Necesidad y rechazo simultáneos?
Se declara, desde las alturas, que necesitamos a esas personas, pero se ven obligadas a venir en pateras y cayucos gestionados por mafias, aunque que no se sabe a ciencia cierta quiénes las toleran y las financian.
Un viaje caro y de alto riesgo
Se cuentan por miles las personas que han muerto intentando la travesía. Y quienes consiguen llegar les esperan dos años de tortura dosificada. Esas personas suelen quedar traumatizados por la experiencia.
Aguas españolas
En este caso la tragedia se produjo en aguas españolas.
Durante los dos días que estuvieron a la deriva, ¿a qué distancia de la costa se encontraban? ¿Ninguno de los sistemas de control y vigilancia costera detectó su presencia? Es preocupante.
Un significativo silencio.
Han transcurrido más de dos días desde la tragedia y los máximos responsables gubernamentales de la fallida operación de búsqueda y rescate no han comparecido aun ante la opinión pública para explicar clara y coherentemente lo ocurrido.
El ministro de Transportes y el ministro del Interior deberían haber actuado como se lo exigen las responsabilidades de sus respectivos cargos públicos.
¿Nadie se enteró de la presencia del cayuco?
Es obvio que, procediendo de Mauritania, antes de llegar al lugar del naufragio, el cayuco cruzó una franja de alta densidad de tráfico marítimo y de bancos de pesca. ¿Ningún barco o embarcación avistó al cayuco o a los cayucos?
Todo apunta a que se debería instar a los capitanes y patrones de los buques que avisten pateras o cayucos que les presten auxilio en caso necesario, como es su obligación, y que informen a las autoridades costeras de la presencia y posición de este tipo de embarcaciones.
Llamada de emergencia
Poco después de la media noche del 28, parece ser que, desde el cayuco a la deriva, se lanzó una llamada a tierra, al 112. A partir de ese momento, no se sabe qué cauces y protocolos se siguieron para movilizar los medios de SASEMAR, Guardia Civil y Cruz Roja que irían haciendo acto de presencia en la zona del desastre. ¿Dónde se encontraban tanto las unidades áreas como acuáticas cuando fueron alertados, y cuánto tiempo tardaron en llegar a la zona del accidente? Son datos esenciales para entender lo ocurrido.
El vuelco
Lo que se cuenta es que las personas que viajaban en el cayuco, cuando se aproximó a ellos la primera embarcación de salvamento, se pusieron en pie y se desplazaron al costado del cayuco, con lo que involuntariamente elevaron el centro de gravedad del mismo, causando el vuelco y la caída al agua de la mayor parte de los embarcados. Probablemente, muchos no sabrían nadar. Otros, sabrían nadar, pero sus cuerpos estaban entumecidos, agarrotados a causa de la inmovilidad, el hambre y el frio. Una vez en el agua, unos se agarrarían a cualquier cosa que flotase en espera de ser rescatados por los medios de salvamento. Otros, lamentablemente, pasarían a engrosar la lista de víctimas de la crueldad “civilizada”
Un fallo que se repite.
No ha sido esta la primera vez que se ha producido una pérdida masiva de vidas por vuelco de una patera o un cayuco. Por lo que la pregunta es inevitable. ¿Por qué los responsables de las organizaciones responsables de la búsqueda y salvamento marítimo no aplican protocolos de intervención que contemplen estas situaciones y obliguen a sus unidades a llevar a bordo suficientes elementos flotantes: aros o dispositivos similares dotados de asideros, con el fin de arrojarlos al gua en la zona del vuelco y permitir a los náufragos asirse a ello mientras llega el momento de su rescate?
¿Por qué no se lanzan mensajes a los embarcados para advertirles de forma clara e inteligible que no deben de incorporarse.
Ambas son medidas totalmente factibles y eficaces.
Profesionalidad de los responsables de los servicios y operaciones de búsqueda y rescate.
Finalmente, se debe insistir en que es esencial que se garantice profesionalidad náutica de quienes se responsabilizan, organizan, dirigen y ejecutan las operaciones de búsqueda y rescate.
Que los equipos de personal y sus horarios de trabajo sean suficientes y reglamentarios.
En este momento, no se puede afirmar que SASEMAR, SEMAR y otros servicios de la citada naturaleza estén en manos de profesionales cualificados con la suficiente formación y experiencia en Marina Civil.
SASEMAR debe de ser dotada de una cúpula profesional capaz de regenerar el prestigio y la calidad profesional de este servicio marítimo.
Conclusión
Este tipo de accidentes son evitables o se pueden minimizar sensiblemente, pero es necesario que los poderes del Estado tomen conciencia de cuanto aquí se expone y actúen en consecuencia.