Confieso que no he leído, ni pienso hacerlo, las reciente misivas que diversos grupos de militares pseudosediciosos, encubiertos de falso constitucionalismo, han enviado al jefe del estado. Serán otras de las muchas infamias utilizando la escritura que se han confeccionado a través de la historia humana y tan repetitivas en sus formulaciones que podrían tener siglos de antigüedad sin cambiar una coma.
Probablemente si ahondáramos un poco en las raíces de los firmantes nos encontraríamos con apellidos coincidentes en otras traiciones y deslealtades anteriores, seguramente con los mismos o parecidos argumentos. De ahí mi escaso interés en esas escatologías pronunciatorias de la basura sedicionista española muy vinculada a su tradición militar desde hace dos siglos, en sus diversas