Los judíos que impulsaron y participaron en la expedición de Cristóbal Colón

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AURORA ISRAEL

Llevó al descubrimiento de América.

Foto: Wikipedia – Dominio Público

La presencia de los judíos en América Latina y el Caribe se inició desde la colonización de las potencias marítimas de España y Portugal en el siglo XV.

Hubo judíos en América desde el primer viaje transatlántico de Cristóbal Colón que zarpó del puerto de Palos el 3 de agosto de 1492 y arribó al “Nuevo Mundo” el 12 de octubre de 1492, hace exactamente 530 años. No casualmente la fecha de su partida correspondió con el día en que los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando I de Aragón ordenaron a los judíos de España que se convirtieran al catolicismo, que salieran del país o serían condenados a muerte por desobediencia a la monarquía.

Contrariamente a lo que se cree, la propia expedición de Colón no fue financiada por la reina Isabel sino judíos relevantes cómo Luis de Santangel o Abraham Señor y apoyada intelectualmente por cartógrafos y geógrafos judíos de renombre como Abraham Zacuto.

Expulsión de los judíos de España (año 1492), según Emilio Sala (1889)
Foto: Wikipedia – Dominio Público

Muchos investigadores incluso afirman que el propio Cristóbal Colón habría sido de ascendencia judía y su objetivo habría sido llegar a Jerusalén y reconstruir la patria ancestral judía. Con la documentación existente a la fecha, no hay forma de confirmar está teoría.

Había muchos judíos (o judíos crípticos, o convertidos forzosos al catolicismo) que viajaron con Colón en su primer viaje entre ellos Rodrigo de Triana; Maestre Bernal, médico para la expedición; Alonso Calle, tesorero en este primer viaje de Colón al Nuevo Mundo; y Luis de Torres, el intérprete que hablaba hebreo y árabe, que se creían lenguas útiles en el Oriente, su destino original.

Algunos participaron en la conquista del “Nuevo Mundo” y Bernal Díaz del Castillo describe varias ejecuciones de soldados en las fuerzas dirigidas por Hernán Cortés durante la conquista de México a causa del hecho de que eran judíos.

En los siguientes años, judíos o cripto judíos se establecieron en Nueva España y en las colonias neerlandesas del Brasil y del Caribe, donde se creían fuera del alcance de la Inquisición. Varias comunidades judías en el Caribe, América Central y Sudamérica prosperaron, especialmente en las regiones bajo dominio holandés e idioma inglés.

Muchos judíos y cripto judíos tuvieron participación en la organización del viaje de Colón pues la vinculación de los judíos hispanos con la cultura del mar es, sin duda, una singularidad sefardí.

Don Jehudano (Jehuda de Valencia) tesorero de Jaime I era el mayor experto de su tiempo en la preparación de flotas, incluso la rica comunidad judía a sus expensas armó y manejó dos galeras.

Juceff Haquin, judío de Barcelona, fue famoso por haber navegado todo el mundo conocido, como refiere el propio rey Jaime III.

El mestre Jaime de Mallorca escogido por el Infante Enrique el Navegante (tercer hijo de Juan I) para que coordinara su centro de cartografía en Sagres no es otro que Jehuda Cresques, converso, descendiente de una dinastía de excelentes cartógrafos judíos de la escuela Mallorquina.

Fernán Diez Maimón que llegó a ser Almirante de Castilla con Sancho IV.

Abraham Zacuto, el gran astrónomo y físico judío de la universidad de Salamanca prestó una ayuda fundamental a Colón, no sólo proporcionándole sus tablas astronómicas sino prestándole su respaldo científico hasta prácticamente su salida de Palos. Zacuto fue asimismo un gran difusor de la teoría de la pervivencia de las diez tribus perdidas de Israel que sin duda generó gran interés en el propio Colón quien llevó en su primer viaje un traductor de hebreo al efecto.

El clima de expectación entorno a los descubrimientos y al reencuentro con los hermanos perdidos de las 10 tribus dispersadas por los asirios y perdidas para siempre en las profundidades del Oriente hizo que los judíos favorecieran, y muchas veces financiaran, estas expediciones. La evolución de estas ideas y la configuración de América como tierra de la libertad es otra elaboración sefardí.

La historia de Colón no puede contarse sin aceptar también la más estrecha relación del Almirante con el mundo judío y converso de su tiempo.

Cristianos nuevos, o cripto judíos, como el duque de Medinaceli, Luis de la Cerda, fueron decisivos. El duque mantuvo como huésped a Colón en su propia casa durante dos años y lo contactó con su pariente el arzobispo de Toledo y Cardenal de España, también cristiano nuevo quien consiguió la audiencia con la Reina.

Otro criptojudío, fundamental en la expedición de los tres navíos fue, Luis de Santángel, valenciano, escribano de Ración del Reino de Aragón. La incapacidad financiera de ambos reinos amenazó con hacer inviable alcanzar un acuerdo con Colón. Fue el préstamo sin intereses otorgado por Luis de Santángel, el que posibilitó finalmente el equipamiento de la expedición. El préstamo de una enorme cantidad de dinero, 16.000 ducados, es una cifra extraordinaria y se supone que fue recolectada entre diversos judíos forzados a la conversión que veían a esta expedición como una oportunidad de recuperar sus vidas reales en libertad. Entre ellos se destacan Abraham Sénior de Segovia, administrador del tesoro castellano, y otros miembros relevantes de la comunidad judía. Esto evitó que la Reina tuviera de poner en garantía sus joyas.

Otros conversos que defendieron la viabilidad y oportunidad de este proyecto fueron Juan Cabrero, camarero del Rey Fernando, Juan Coloma, secretario de estado del Reino de Aragón, Gabriel Sánchez, fray Diego de Deza, Alonso de la Caballería entre muchos otros.

La memoria española fue injusta con todos estos personajes, por ejemplo, de Luis Santángel, cuya lucidez y patriotismo fueron condición necesaria de la aventura de Colón, apenas hay una calle en Valencia y otra Sevilla, no así en Madrid.

Es muy importante destacar que, si bien muchos conquistadores cómo Hernán Cortéz y otros realizaron matanzas y expoliaron a grupos aborígenes de sus riquezas, no hay ningún dato documental que demuestre que algún criptojudío participó activamente en alguno de estos hechos aberrantes.

Sin dudas, luego de más de 500 años, es hora que está historia se recuerde y se estudie en las escuelas pues con sus matices positivos y negativos, fue una gesta que cambió nuestro mundo para siempre