Marina Civil, en riesgo de desaparecer por falta de docentes: “La situación es dramática”

 

 

 

 

Los profesores están obligados a tener experiencia en navegación, donde ganan mucho más dinero | Algunas áreas quedarán casi vacías en 2023

 

Escuela de Marina Civil, en el campus de Gijón.

ÁNGEL GONZÁLEZ

Luján Palacios

Gijón | 10·03·21 | 04:01

 “La supervivencia de la Escuela de Marina Civil está en riesgo”. La afirmación la hacen el director y los docentes de un centro que, por sus especificidades, arrastra desde hace años un problema de relevo generacional por falta de profesores, hasta el punto de que en un par de años puede darse el caso de que “directamente no haya quién dé clases”. La dificultad es una peculiaridad de este centro del campus de Gijón porque sus estudios están sometidos a un convenio internacional y a la dirección de la Marina Mercante, que exige que los profesores tengan formación náutica y experiencia laboral a bordo. Es decir, que hayan navegado antes de desarrollar la carrera docente. Además, la escuela tiene que cumplir con los estándares de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación: los contratados como profesores tienen que iniciar una carrera de investigación.

El problema está en que los que elijan la carrera docente para ser profesores en la escuela deben renunciar a trabajos “muy bien remunerados” para empezar a cobrar “unos 300 euros como profesores asociados”, resume el director, Rubén González. El departamento más afectado será el de Ciencia y Tecnología Náutica. “El más joven soy yo y me puedo jubilar en año y medio, ya no queda ningún funcionario en mi área”, expone Jesús Maza, director del departamento. La situación es “dramática”. “Este verano se irán otros cuatro profesores por jubilación, y nuestra tasa de reposición está por debajo de cero; la última convocatoria para profesores asociados quedó desierta”, prosigue. “No se puede pedir a nadie que desembarque ganando más de 2.000 euros como mínimo para venir aquí a cobrar muy poco y encima iniciar una carrera docente con poca estabilidad”, indica el profesor.

La posibilidad de contar con figuras como becarios con la carrera recién terminada tampoco sería posible por la falta de experiencia en navegación y, en este caso, además, la buena salida laboral de los recién egresados juega en su contra: encuentran trabajo muy rápido y cobran mucho, de tal modo que “pedirles después que lo dejen para ponerse a dar clase es muy complicado”. En el caso de Marina “la carrera docente no se perfila como una alternativa como ocurre con estudios con un mercado laboral más complicado”.

Figura intermedia

Por ello, Rubén González pide que, dado que se exige una experiencia laboral previa, se ofrezca unas condiciones laborales y económicas que merezcan la pena para pasar de un mundo laboral bien retribuido a un campo en el que se cobra poco y con falta de estabilidad, porque de lo contrario “nadie va a querer dar clase”. “Es como si para dar clases de Derecho te exigen primero ser juez; es que si ya eres juez probablemente no quieras ser profesor para ganar menos”, razona el director de la escuela.

Llevan años con la lucha y cada vez ven el futuro más complicado porque cada vez se jubila más gente sin recambio, y otra alternativa sería, a juicio de González, la implantación de “una figura intermedia, que facilite también la transición entre la experiencia laboral a bordo con la inmersión en el mundo docente, hacer que no sea tan brusco”. Y por supuesto, “con unas condiciones laborales dignas, porque si no nadie va a querer”.

Una de las pocas personas que en su día se arriesgó a dejar un trabajo en alta mar y aún sigue peleando por su plaza es la profesora Marlene Bartolomé. “Inicié la carrera docente porque me lo podía permitir, porque mi marido estaba navegando y porque acaba de tener a mis hijos, pero es una decisión complicada que mucha gente no se atreve a tomar si no tiene un colchón detrás. Te arriesgas a perder dinero y tal como están las cosas es difícil dar el salto, casi nadie se atreve si no tiene apoyos o unos ahorros previos. Con perspectivas familiares en estas condiciones es muy complicado”, advierte.

Además de la merma económica, “está el hecho de que la investigación y las publicaciones requieren mucho tiempo y esfuerzo, no todo el mundo está preparado para ello aunque sí lo estuvieran para impartir la materia”. Por todo ello, demandan a la Universidad de Oviedo “que se busquen soluciones”. “El futuro de nuestros estudios está complicado, toca actuar ya”, asevera.

 

COMENTARIOS DE AEMC

 

La situación a la que ha llegado la Escuela superior de la Marina Civil de Gijón, que depende académicamente de la Universidad de Oviedo en cuanto a exigencias de experiencia profesional de la DGMM, imputable a diversos factores, pero principalmente a las políticas irresponsables puestas en práctica tanto por parte de la Academia como de la propia Dirección General de la Marina Mercante que han ignorado la especificad náutica de la carreras que se cursan en la mencionada Escuela Superior de la Marina Civil.

Por otra parte, está en manos de las citadas instituciones enmendar el rumbo seguido en las últimos años, sin excluir al Principado de Asturias, del que se requiere un mayor compromiso, que hasta ahora ha mantenido políticas complacientes  frente a determinadas presiones académicas destinadas a confinar y dificultar el desarrollo de las carreras de la Marina Civil.

Hay soluciones, pero requieren compromisos firmes y actuaciones respetuosos con unas enseñanzas esenciales para el futuro de Asturias.