A dos meses de las elecciones europeas, conviene reflexionar sobre la participación de la sociedad civil en los asuntos públicos de la UE.
Y no me refiero sólo a la participación política mediante el voto, cada cinco años, para elegir al Parlamento Europeo, sino a la representación y defensa de intereses ante la UE de manera continuada, preventiva y proactiva. Porque el éxito del modelo europeo de integración debe mucho al peculiar sistema de participación de la sociedad civil organizada en el trabajo diario de las instituciones con sede en Bruselas.
Los recientes casos de ayudas de Estado a los astilleros y a los principales clubes de fútbol españoles han puesto de manifiesto la escasa cultura del lobby preventivoen nuestro país